# Una Nueva Visión del Dinero - 4. El dinero al servicio del cuerpo y el cuerpo al servicio del dinero

Anteriormente, vimos que al separarnos de Dios creamos la primera y única
carencia: la carencia de Dios. Esta carencia se fraccionó y transformó en miles
de necesidades. Estas necesidades se proyectaron sobre el cuerpo y ahora parece
ser el cuerpo el que carece de cosas y necesita que lo atendamos. También
dijimos que el cuerpo es el símbolo de la separación. Sentir sus necesidades y
trabajar por satisfacerlas es la manera de comprobar que la separación es real.
Cuando alguien te pide que le cuentes sobre ti, ¿lo que le cuentas no es la
historia de tu cuerpo? El lugar y la fecha donde nació tu cuerpo, la casa donde
vive tu cuerpo, la pareja con la que convive tu cuerpo, las enfermedades por las
que ha pasado tu cuerpo, los países en los que ha estado. El cuerpo es el
“héroe”, el protagonista, de tu película. Todo gira alrededor de él. El cuerpo
lo vemos como una persona de pleno derecho.
Gracias a que estamos tan profundamente identificados con el cuerpo, es natural
que queramos atenderlo en sus necesidades. Es de esperarse que queramos mimarlo,
protegerlo y escucharlo. El cuerpo pide y la mente obedece al buscar lo que
necesita para aplacar sus deseos. Bajo esta visión, la idea de que el cuerpo de
por sí no necesita nada suena ridícula. Sin embargo, eso es lo que el curso
enseña. Así está explicado en el capítulo 27:
> El sueño del mundo adopta innumerables formas porque el cuerpo intenta probar
> de muchas maneras que es autónomo y real. Se engalana a sí mismo con objetos
> que ha comprado con discos de metal o con tiras de papel que el mundo
> considera reales y de gran valor. Trabaja para adquirirlos, haciendo cosas que
> no tienen sentido, y luego los despilfarra intercambiándolos por cosas que ni
> necesita ni quiere. Contrata a otros cuerpos para que lo protejan y para que
> coleccionen más cosas sin sentido que él pueda llamar suyas. Busca otros
> cuerpos especiales que puedan compartir su sueño. (T-27.VIII.2)
Lo que este párrafo quiere decir es que hemos diseñado un sistema que nos enseña
una lección primordial: “que el cuerpo es causa y no efecto. Y que tú que eres
su efecto, no puedes ser su causa.” (T-27.VIII.3). Recordemos que el cuerpo solo
empezó a ser parte de nuestra experiencia luego de que decidimos separarnos de
Dios. El cuerpo es un efecto de la mente y nunca ha dejado de serlo. La verdad
de esa idea se encuentra guardada en nuestro ser y constantemente sale a flote,
aunque no la tomamos muy seriamente.
Por ejemplo, cuando oímos que alguien juzga a otro por su apariencia física
pensamos que es una persona superficial. Intuitivamente sabemos que lo que está
por dentro es lo valioso. Cuando oímos que tratan a otros como si fueran objetos
también nos indignamos, porque entendemos que la dignidad tiene que estar
dirigida a lo interno. Nos inspiran historias de personas que superaron su
limitaciones físicas gracias a su fuerza de voluntad porque internamente sabemos
que el cuerpo es como una prisión y que la mente quiere ser libre.
La única manera de que la verdad se haya mantenido oculta por tanto tiempo es a
través de un sistema que nos enseñe y nos refuerce la idea de que el cuerpo es
causa y la mente es su efecto. ¿Cuál es el sistema que hemos diseñando para
enseñarnos esta lección?
El sistema que nos enseña que somos un cuerpo empieza con la idea de que el
cuerpo tiene sus impulsos y necesidades. Un ejemplo sería sentir frío, un
impulso que nos indica que el cuerpo requiere de ropa y otros accesorios. Para
poder procurar esas cosas, necesitamos dinero y para tener dinero hay que
trabajar duro. Esforzamos el cuerpo por tiras de papel, discos de metal y
números en la pantalla de un banco. Nos inventamos un sinnúmero de actividades
vacías para obtener esas tiras de papel. ¿Pero nos detenemos cuando la necesidad
está satisfecha?

En lugar de simplemente satisfacer una necesidad puntual, terminamos
despilfarrando el dinero en cosas que no queremos ni necesitamos. ¿Quién no se
identifica con esto? ¿Quién no ha despilfarrado el dinero en cosas que jamas
utilizó? ¿Quién no ha comprado cosas que realmente no necesita? Trabajamos duro
para obtener algo que luego vamos a desechar. ¿Qué sentido puede tener esto?
Sin embargo, este sistema tiene tanto sentido para nosotros que utilizamos las
mismas tiras de papel y discos de metal para contratar a otros cuerpos que hagan
el trabajo por nosotros. Su trabajo es recolectar “más cosas sin sentido” para
uno mismo. También nos buscamos a esa persona especial con quien compartir la
ilusión de obtener más dinero que se pueda despilfarrar en más cosas
innecesarias. Poseer por poseer es uno de los eslóganes del ego. Como todo lo
que proviene del ego, termina siendo un razonamiento circular. El dinero se pone
al servicio del cuerpo y el cuerpo al servicio del dinero. La mente se mantiene
como la víctima de este ciclo.
Jesus tienen un buen sentido de la ironía. Cuando se ve bajo esta luz, el
sistema entero causa risa por lo absurdo y sin sentido que es. ¿Puedes ver lo
absurdo de todo esto tú también?

Muchos se han atrevido a señalar lo absurdo del sistema. Por ejemplo en el 2008,
como producto de una crisis financiera, surgió el movimiento “Occupy” como una
manera de protesta en contra de las injusticias financieras. También existen
movimientos anti-consumo que señalan lo absurdo y peligroso de centrar la
sociedad alrededor de la idea de un constante consumo de bienes y compra de
productos. Estos y muchos otros grupos similares protestan el sistema puesto que
pueden ver los efectos perniciosos que causan en las personas y el medio
ambiente. Sin embargo, ningún grupo señal que el verdadero problema es que
pensamos incorrectamente que el cuerpo manda solo.
En este mundo esos problemas los vemos como algo muy serio. Pensamos que el
dinero es simplemente un hecho con el cual hay que vivir porque el cuerpo
necesita cosas. No hay duda de que hemos aprendido muy bien la lección central
que este sistema nos quiere enseñar: el cuerpo es causa y no efecto.
Para que un sistema tan absurdo no se salga inmediatamente de control, creamos
normas y leyes que obedecer. El curso nos asegura que, aunque nos sentimos
atados a estas leyes, sentiremos una profunda liberación cuando nos demos cuenta
que realmente no son leyes, sino parte de una locura. Esto lo dice en la lección
76 del Libro de Ejercicios:
> Piensa en la liberación que te brinda el reconocimiento de que no estás atado
> a las extrañas y enrevesadas leyes que has promulgado para que te salven.
> Crees realmente que te morirías de hambre a menos que tengas fajos de tiras de
> papel moneda y montones de discos de metal. (…)
>
> La demencia es la que piensa estas cosas. Tú las llamas leyes y las anotas
> bajo diferentes nombres en un extenso catálogo de rituales que no sirven para
> nada ni tienen ningún propósito. Crees que debes obedecer las “leyes” de la
> medicina, de la economía y de la salud. (…)
>
> Eso no son leyes, sino locura. (L-76)
Ejemplos de estas leyes hay muchos. Está por ejemplo la idea de que hay que
ganarse la vida. En el anexo de psicoterapia del curso nos dice que tenemos la
creencia “de que existen fuerzas que se deben vencer para que uno pueda incluso
estar vivo” (P-2.V.1) Pensamos que la vida debe suponer un esfuerzo para que
tenga lugar.
Otra ley fundamental es la ley de la oferta y la demanda. En este mundo la
oferta es siempre limitada y se dice que las necesidades son infinitas. Bajo las
leyes del mundo pensamos que no es nuestro derecho natural otorgado por Dios,
sino que es un privilegio que tenemos que ganarnos a la fuerza. Como la oferta
es limitada pensamos que estamos en competencia con los demás y que nos
arrebatan lo que procuramos para vivir.
Jesus nos recuerda, no obstante, que esta ley es una locura y que al liberarnos
de ella sentiremos un profundo alivio. Hagamos entonces lo que nos propone.
Cierra los ojos unos minutos y dedícalos a pensar en cómo te sentirías si en
verdad pudieses reconocer que no estas atado a las leyes de la economía. Piensa
en cómo te sentirías si no tienes que hacer esfuerzo alguno para ganarte la
vida. Piensa en cómo sería tu vida si pudieras reconocer que todas esas leyes
que parecen atarte son una locura y que sólo las leyes de Dios te gobiernan.
Observa bien cómo te sentirías. ¿No es ese un objetivo que quisieras alcanzar?
¿No pondrías tu cuerpo al servicio de esta meta?
## Práctica
Ya vimos que tenemos la tendencia a centrar nuestra vida en complacer el cuerpo
y poner todos nuestras esfuerzos en la acumulación de cosas que puedan
complacerlo. Necesitamos centrar la mente desde temprano en el día para que el
objetivo sea otro. Hoy introduciremos un elemento adicional a nuestra práctica
con este objetivo. Nos dedicaremos a empezar el día bien.
### En la mañana
Dedica unos 15 minutos en la mañana a la siguiente práctica.
1. Cierra tus ojos y determina tu mente a mirar con honestidad y sin engaños
2. Busca las creencias que tienes sobre las leyes de este mundo que tienes que
obedecer. Por ejemplo "si no como me muero", "si no gano dinero me pueden
echar", "si no me tomo los medicamentos se me empeora la enfermedad", etc.
3. Para cada creencia observa como esa ley te hace sentir, especialmente si te
imaginas violando la ley.
4. Deshazte de cada creencia con estas palabras, dichas lentamente y con la
confianza plena de que surtirán efecto:
> "Creo que ____________, pero eso no es cierto. A mi sólo me gobiernan las
> leyes de Dios"
Por ejemplo:
> Creo que moriría de hambre si no tengo dinero, pero eso no es cierto. A mi
> sólo me gobiernan las leyes de Dios
Si estás haciendo los ejercicios bien, tu mente llegará naturalmente a un estado
de silencio en el que no encontrarás más creencias y te hallarás en paz. Dedica
el resto del tiempo a permanecer en ese estado y recordarte a ti misma que ese
es el estado en el que deseas permanecer el resto del día.
## Durante el día
Como el sistema en el que estamos viviendo lo hemos aceptado como algo normal
por tantos años, es entendible que con una meditación en la mañana no vaya a
desaparecer de inmediato. Para eso requerimos de una práctica constante que nos
ofrezca una alternativa más cuerda.
A lo largo del día mantente alerta a cualquier pensamiento que te diga que
tienes que estar al servicio del cuerpo, o que el cuerpo tiene que estar al
servicio del dinero. Pueden ser por ejemplo pensamientos de ansiedad sobre tu
trabajo, o pensamientos de que quieres complacer al cuerpo con algún capricho.
Mantente especialmente alerta a los pensamientos que tienes en relación a las
compras o metas que quieras alcanzar.
Siempre que te atrapes teniendo un pensamiento que tenga como objetivo complacer
el cuerpo o alcanzar objetivos que estén al servicio del cuerpo, responde
inmediatamente con la verdad:
> "Esto que creo que necesito no es lo que me hará feliz. Me aquietaré para
> escuchar la alternativa que Dios me ofrece"
Recuerda siempre que las palabras deben decirse muy lentamente y buscando el
significado que ellas traen. Por ejemplo, si dices "me aquietaré para escuchar",
haz exactamente eso.
Adicionalmente, configura el temporizador de tu teléfono para recordarte cada 20
minutos y mantener tu objetivo en mente durante todo el día:
> Hoy no perderé el tiempo tratando de probarme a mi mismo que el cuerpo me
> ordena.
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